jueves, 6 de enero de 2011

"A todo hombre le ocurre en la vida cotidiana el tener que resolver por medio de palabras una situación muy grave...

...Piense un instante en eso. ¿Acaso es siempre en esos momentos, acaso es por lo regular lo que usted dice o lo que le responden lo que importa más? ¿No es acaso que otras fuerzas, otras fuerzas que no se oyen son puestas en juego que determinan el evento? Lo que yo digo tiene con frecuencia poco peso ; pero mi presencia, la actitud de mi alma, mi futuro y mi pasado, lo que nacerá de mí, lo que está muerto en mí, un pensamiento secreto, los astros que me aprueban, mi destino, miles y miles de misterios que me rodean y lo rodean a usted, eso es lo que le habla a usted en ese momento trágico y eso es lo que me responde a mí. Bajo cada una de mis palabras y bajo cada una de las suyas está todo eso, y es más que nada eso lo que vemos, y es más que nada eso lo que oímos a pesar de nosotros".

Maurice Maeterlinck, Le Trésor des Humbles, Editiones Labor, Bruselas, Bélgica, 1986, p.108

Es un pasaje particularmente representativo de las ideas de Maeterlinck, revela su lucha por tratar de hablar, por medio de palabras, de algo que está más allá y que en el fondo es incomunicable. Tal vez éste es el único tipo de metafísica que me estimula, una metafísica que colinda siempre con lo inmediato y lo cotidiano, con nuestras experiencias con el mundo, pero que lo hace para intentar una y otra vez despegar por encima de eso mismo y alcanzar ese algo que nos rodea y que nos es completamente extraño, ese misterio que nos envuelve a cada paso que damos. Maeterlinck está seguro de que ese algo se cuela siempre entre nuestras palabras y que particularmente en momentos graves, lo que carga con el verdadero peso de la comunicación y comprensión entre dos personas no es el lenguaje de la verdad estricta y aparente, sino ese lenguaje no articulado que logra hacerse un camino a pesar del otro, a pesar de nuestras mismas costumbres, a pesar de nosotros.